¿Hay algún día en que la mujer no trabaje?


Es una notica que leï en el periodico El Rotativo edicion Castellon  escrito por la periodista UTH ABRIILL
me parecio muy bueno e interesante aqui os lo dejo....... que opinais????




Sólo hay que ver los anuncios modelo de mujer que tenemos
publicitarios para descubrir el
en España, la que quiere hacerlo
todo: disfrutar de la familia,
organizar la casa, realizarse laboralmente,
hacer yoga, leer e incluso
llamar a sus amigos por el móvil.
La sociedad exige a las mujeres
que sean
instrumentos para ello. Parafraseando
a Gotzone Mora, no es que
tengan ‘es-trés’, es que tienen ‘escuatro’.
Cuántas madres-jóvenes-trabajadoras
no habrán oído decir a sus
madres: “¿Y eso es la liberación de
la mujer? Yo vivía mucho mejor
que tú”.Antaño, la mujer tenía claras
sus funciones: mantenimiento
de la casa y cuidado de los niños o
enfermos. Esta era una esfera exclusiva
y excluyente en la que no
entraba el hombre, pero de la que,
difícilmente, la mujer podía salir.
Gracias al trabajo de muchos activistas
y al desarrollo de los derechos
humanos que parten del principio
de no-discriminación entre
hombres y mujeres, hemos conseguido
estar en todos los campos de
la sociedad, desde ministras hasta
mineras, pasando por médicas o albañiles;
pero ello, que inicialmente
fue vendido como una conquista,
resulta que debe ser analizado desde
una perspectiva crítica.
Primero, porque esta incorporación
de la mujer a un mundo hasta
entonces exclusivamente dirigido
por hombres se hizo a partir de
una cierta ‘masculinización de la
mujer’. Ésta tenía que trabajar como
un hombre y tantas horas como
él. Incluso las competencias y habilidades
que se valoraban en una
mujer eran las masculinas. Para ascender
en el trabajo se prefiere a
mujeres solteras y -en muchas ocasiones-
que demuestren talentos
masculinos.
Segundo, porque el mundo al
que se incorporaba la mujer era un
mundo que no estaba preparado
para conciliar largas jornadas: rigidez
en los horarios, servicios públicos
limitados, médicos sólo por las
mañanas, bancos que no abren por
las tardes y servicios que no se
prestan los fines de semana. En estas
condiciones, la posibilidad de
conciliar era difícil y la mayor parte
de las mujeres que accedían al
mundo laboral lo hacían a media
jornada o con jornada reducida.
Tercero y último, porque la mujer
salió de casa, pero el hombre en
muchas ocasiones no entró en ella,
con lo que la mujer debía hacerse
cargo de las tareas familiares y responsabilidades
familiares además
de trabajar. Con ello, el tiempo de
disfrute se reducía, la familia se estresaba
y se producían serias tiranteces.
De hecho, en muchas ocasiones,
la sociedad culpabilizaba a la
mujer de los divorcios o de los problemas
de los hijos -“claro, como
no se ocupa de su marido... es que
tiene abandonados a los niños”- sin
pensar que las tareas domésticas y
las responsabilidades familiares
deben compartirse. No estoy diciendo
que en el seno de la familia
hombre y mujer deban cumplir las
mismas funciones o roles. Me refiero
a que se deben compartir las
mismas sin que la carga mayor recaiga
exclusivamente sobre la mujer.
Por otro lado, en relación a las
tareas domésticas, creo que las cargas,
limpieza de baños, pasar la aspiradora,
lavar los platos, etc., no
son algo que ‘hormonalmente’ hagan
mejor las mujeres, es cuestión
de querer ponerse y ponerse de hecho.
Cierto es que hemos avanzado
mucho en este campo, e internet ha
sido algo fundamental, poder pedir
cita al médico a cualquier hora del
día o hacer gestiones bancarias por
internet, hacer gestiones en la administración
pública e, incluso,
comprar un domingo por la tarde.
También hemos avanzado en temas
de conciliación, los planes de
igualdad de las empresas y los certificados
que premian a las que tienen
un buen comportamiento en
este campo, así como el desarrollo
de la responsabilidad social corporativa
han impuesto grandes avances
en este campo. El concepto de
racionalización de los horarios empieza
a ser común en departamentos
de recursos humanos y ello debe
ser siempre positivo.
Por otro lado, el envejecimiento
de la población ha traído consecuencias
diversas. Por una parte,
que nunca haya habido tanto amor
por las suegras que se ocupan de
traer y llevar a los niños al cole o
cuidar al que está malito y que salvan
más de una situación crítica;
por otra, que muchos mayores requieran
de nuestra ayuda diaria, de
la que se encarga -una vez más- la
hija, la yerna o la hermana.Asimismo,
los hombre empezaron a ‘ayudar
en casa’ y ahora ya ‘comparten
tareas’, aunque es cierto que raro
es el caso en el que la responsabilidad
se comparte al 100%.
La cuestión debe afrontarse
desde varias perspectivas y por varios
actores. Es esencial. El empresario
o la empresaria, que tiene
que observar las ventajas de tener
trabajadores y trabajadoras contentas
sintiéndose parte del proyecto.
Las administraciones públicas
que deben adoptar medidas de
cara a que los servicios públicos sean
más abiertos en horarios y formas
a los ciudadanos. Nosotros
mismos, que sepamos lanzar con
serenidad el mensaje de la conciliación
y la responsabilidad, que es algo
que viene bien a la sociedad entera
y especialmente a las madres,
que con ello podrán lograr que
algún día se sientan de vacaciones,
porque, de momento, las vacaciones
de los maridos, de los hijos y las
suyas propias suelen servir para
ponerse al día de todo el trabajo
doméstico que no logran hacer en
su jornada semanal de 24 horas los
siete días de la semana, los 365 días
del año.
Enhorabuena a todas las mujeres
trabajadoras, las que cobran
por ello y las que lo hacen sin más
ánimo que el de amar y cuidar a
sus seres queridos y, sobre todo, a
aquellas que hacen ambas cosas y
para las que el día de la mujer trabajadora
no supondrá que alguien
le pone la lavadora o le limpia los
baños de la casa.


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